Dejemos de tomarnos en serio cada pequeña chorrada.
Apartemos los malos rollos que solo logran amargarnos.
Busquemos razones para sonreír, que siempre sobran.
Demos razones a los demás para que lo hagan.
Regalemos sonrisas a la gente para que disfrute de ellas y se contagien.
Miremos el mundo con otros ojos, unos llenos de optimismo y ganas de vivir.
Riamonos de todo lo que nos haga derramar una lágrima y demostremos que somos firmes cuando decidimos ser felices.
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