lunes, 27 de mayo de 2013

Echar de menos a alguien no es estar llorando por esa persona todo el día. Es tener a alguien que, en un momento importante, quisieras que estuviese ahí, a tu lado y no solo metafóricamente sino también físicamente rozándote la ropa o simplemente sonriendo. 
Pero no solo echamos de menos personas o cosas, también echamos de menos segundos que se nos escaparon de las manos, escurriéndose entre los dedos. Momento concretos de nuestra vida que ya no están, quizá el roce de esa hierba en nuestros pies o el agua del mar cuando nos salpica alguien desde la orilla.
Echar de menos es, en definitiva, duro y doloroso, es no tener algo que quieres, a alguien que falta. Pero sobre todo, echar de menos es la prueba de que alguna vez, fuimos inmensamente felices y ahora la causa de esa felicidad está lejos.

sábado, 25 de mayo de 2013

Podíamos pasar de los gritos más feroces a los besos más arrebatadores, de matarnos con miradas a arrancarnos la ropa sin contemplaciones. Podíamos alcanzar el cielo tan solo un instante después de haber vivido el infierno más absoluto.
 Estiramos todo lo que pudimos nuestro tiempo, sin embargo, una vez que las cuchilladas se volvieron insoportables, el tiempo se rompió.

domingo, 19 de mayo de 2013

Es hora de volar del nido.

Es curiosa la forma en que pasa el tiempo, en que vemos la vida según vamos creciendo. Cuando apenas somos unos niños que acabamos de llegar a nuestro nuevo "cole" con nuevos y, ya a estas alturas, viejos compañeros que nos acompañan desde la guardería. Como poco a poco vamos haciendo recuerdos vagos y algo irreales, pero recuerdos al fin y al cabo.
Vamos poco a poco subiendo las escaleras y con alguna bronca y muchas sonrisas, nos vamos haciendo mayores, sin quererlo, sin pretenderlo.
Cambiamos incluso de edificio sintiéndonos los mejores y siendo, a la vez, unos enanos, creyéndonos que podemos hacer lo que nos venga en gana.
No nos damos cuenta hasta que entramos en ese pasillo que ya se acaba, lo que ha sido nuestra vida hasta ese momento se acaba. Se acabaron las tardes saliendo a prisa cargados con la bolsa de entrenar, corriendo para no llegar tarde. Se acabaron los mediodías en teatro porque la obra necesita ensayos. Se acaban los partidos a primera hora de la mañana y los recreos deseando poder ir al patio de los mayores. 
Se acaba, en definitiva, todo lo que hemos conocido hasta ahora y, aunque todos lo estamos deseando y nadie se atreve a decirlo demasiado alto, tenemos miedo de lo que pueda pasar más allá de esas puertas verdes. Sabemos que no tendremos esa sonrisa de buenos días ni esos cuidados cuando nos encontramos mal que nos dan en portería. Sabemos que no tendremos más a todos los profesores ahí, que aunque muchas veces no recurramos a ellos y otros muchas lleguemos incluso a creer que les hemos cogido odio, sabemos que están. Porque es difícil, aunque no lo creamos llegar a sentir que la familia puede ser algo distinta a lo que conocemos en nuestras casas.
Está claro que no toda nuestra vida está entre esas paredes, pero he de admitir, a título personal, que una gran parte de los muchísimas cosas buenas, y también algunas de las malas, las tengo por ese lugar, por esa gente. Ya no solo hablamos de la educación y todo lo aprendido, hablamos de la gente, de los recuerdos, de un montón de historias que contar y con las que arrancar sonrisas. Porque al fin y al cabo, media vida está ahí dentro y eso solo lo entienden quienes llevan toda la vida ahí.

viernes, 17 de mayo de 2013

Hay cosas que no se entienden desde fuera e incluso, algunas que cuesta entender desde dentro. Quizá solo dos años no basten para entenderlo del todo pero es verlas y saber que hay mucho más de lo que nos podamos imaginar porque si hay un grupo de chicas llorando a lagrimones tras un partido ganado es porque detrás de ese partido, detrás de ese grupo de chicas hay mucho más y es todo eso lo que no se entenderá nunca. 
Porque es un montón de gente que nos enseña que aunque las cosas no siempre son fáciles, que aunque hay un montón de momentos duros y otros en los que sientes que no hay nada que pueda derribaros, a veces, por no decir siempre, merece la pena seguir.
Sigo diciendo que solo soy una recién llegada y, sin embargo, ellas han conseguido que me sienta como en casa, ellas hicieron
que todo ese miedo que me llenaba el día en que mi entrenador me dijo que al año siguiente ellas serian mis compañeras, desapareciera.
Son demasiadas cosas que agradecer y pocas palabras para hacerlo, así que mejor estar en silencio.