A veces vemos a alguien y antes de que siquiera pueda abrir la boca, ya sabemos que lo que va a salir de ella no nos va a gustar, que serán tonterías que no nos interesarán.
Muchas veces no somos conscientes de que detrás de cada sonrisa se esconde algo que queremos ocultar, que no se vea jamás por nadie. Pequeñas y grandes cosas que solo conocen unos cuantos, si llega a haber alguien que lo conozca.
Mucha gente que se tapa con sonrisas, con miradas que se pierden en el suelo y largos suspiros que aplacan todo lo que lucha por salir.
Gente que está recubierta de complejos tapados con simples apariencias. Miles de cosas que nunca saldrán a la luz por miedo a un "tú eres tonta". Porque si ese "tonta" sale de quien no debe, puede doler. Miedo a esas risas que nunca sabrá si son contra ella pero que en su cabeza le producen un millón de quebraderos. Miedo a perder a la gente que tiene a su lado. Una inseguridad infinita ante todo lo nuevo, todo lo antiguo y, en definitiva, ella misma.