martes, 30 de abril de 2013




Yo te comía con la mirada cada mañana, cuando me giraba tímida en la cama, envuelta en una ligera sábana blanca y tú estabas ahí, tranquilamente, mirándome cómo solo tú hacías, como nadie ha vuelto a hacer.
Luego lentamente me desperezaba y tú, sin inmutarte, me recorrías con la mirada, esa sonrisa torcida pintada en la cara. Y sin más murmurabas un "Buenos días" tímido. 
Así eran nuestros amaneceres, tímidos y sencillos. Día tras día, compartiendo miles de miradas que se perdían entre las sábanas.
Es curioso como pasa el tiempo, como aparentemente se acerca un hecho que se abalanza sobre nosotros y nos asusta, nos agobia. 
Es curiosa la manera en la que, al final logramos superarlo,  cómo algo que nos parecía insalvable, que acabaría con nosotros, se convierte en parte de nuestra vida, nos ha hecho más fuertes al demostrarnos que no todo lo que asusta y se abalanza es realmente tan horrible como se espera.
Quizá sea difícil de comprender o simplemente de atisbar porque algo tan corriente como el paso del tiempo, no se puede explicar con cuatro palabras tontas, al fin y al cabo nunca se entenderá que es lo que cambia en nosotros  y nos permite superar lo que sea.

jueves, 25 de abril de 2013

Albondiguilla adelgazada.

Hay veces que sobran las palabras. Una vez más aquí estoy tirada delante del ordenador dedicándole una entrada que no es ni la mitad de lo que se merece. 
Llegados a este punto de nuestras vidas, bachillerato, libros y miles de apuntes (que me molestan más a mi que a él) no sé qué me queda por decirte. Diecisiete años son muchos años aunque no los suficientes para hacer muchas cosas de las que quiere hacer, que conociéndole seguro que ya ha hecho.
Jamás pensé que esa albondiguilla podría llegar a ser lo que es, más para mí que yo para él, el peso de lo que me aguanta es mayor de lo que pesaba él cuando nos conocimos y aún así, inexplicablemente, me dio por aguantarle y hasta ahora.
Algún día espero entender el porqué de que sigamos como hace tres años, pero hasta entonces, tocará disfrutar hasta que se canse de mí.
Disfrútalos que en el fondo te los mereces. 
(Prometo un regalo peludo y decente, promesa de amiga de albondiguilla)

sábado, 20 de abril de 2013

Que vuelva lo que nunca vino.

Me moría de ganas por sentirle a mi lado, por notar sus dedos peleando con los mios, por ver como uno se escapa para colocar un mechón rebelde tras la oreja.
Al mismo tiempo, sentada ante un montón interminable de apuntes, mientras el sol se colaba por mi ventana y se posaba sobre mis piernas deseosas de verano en esos vaqueros que a él tanto le gustaban, me moría de ganas porque apareciera en el umbral de mi puerta con esa sonrisa torcida que era tan suya.
Nada podía ser más diferente a lo esperado apenas un año antes, allí mismo, en aquella habitación, habíamos pasado las largas tardes de junio, perdidos entre miles de folios recubiertos de fórmulas y dibujos, deseando encontrar sentido a un montón de letras y números entremezclados, cruzados con algún beso inesperado y miles de caricias interrumpidas. 
Volver a aquellos meses en los que sus manos se perdían entre camisetas flojas y deportivas rotas, en los que su mirada se sumergía en el cielo azul deseando pisar la cálida arena. Aquellos meses en los que los vaqueros cortos y las asas prometían verano, calor y lo inesperado...

viernes, 5 de abril de 2013

Todas esas cosas que nunca sucedieron.

La rabia me hizo explotar y decirle a la cara todo lo que llevaba callándome durante meses.
 Quizá me pasé de la raya o quizá no.
Tal vez debí callarme cuando tuve la oportunidad.
 Es muy posible que no debiera decirle que estoy harta de su comportamiento de chiquilla egocéntrica, es más que probable que en el momento en el que le dije que todos mis problemas eran por su culpa...debiera haberme cosido los labios.