lunes, 5 de agosto de 2013

Pasó el verano, olvidamos aquellas tardes perdidas entre el agua y la arena, nos dimos algo de tiempo para aclarar unas ideas que jamás lograrían ser aclaradas y ordenadas. Nos perdimos entre arranques de locura y sábanas, queriendo hacer infinito lo que nunca pasaría de ser un instante. Nos dejamos llevar por los rayos del sol y por la brisa del mar, sin ver lo que inevitablemente venía hacia nosotros, como un dulce y amargo septiembre.
Nunca se nos pasó por la cabeza la posibilidad de que aquello no llegara a ser nunca nada de provecho, nada más que un simple pasatiempo. A ninguno de los dos se nos ocurrió que nos podíamos haber convertido en un barco, sin capitán y a la deriva.