lunes, 9 de febrero de 2015

* y que poco nos acotumbramos

Con todo lo que había vivido aún quedaban cosas que no podía superar, que le seguían doliendo una y otra vez. 
En algún momento debería haber aprendido que los imposibles existen, aunque nos neguemos a creerlo, al fin y al cabo es lo único que nos impulsa a luchar al máximo de nuestras posibilidades (y un poco más). Lo único que nos da valor para amanecer cada día y seguir adelante. El pensar que quizá en algún momento podremos conseguir ser los primeros o los únicos. Que en algún momento nos encontraremos a esa persona con la que no contamos. Que cualquier día la distancia no será más que una simple sábana o quizá una prenda de ropa.
Que poco nos acostumbramos a saber que los que están lejos, están lejos y punto. 
Que poco nos acostumbramos a saber que los que están cerca no nos confortarán tanto como una canción perdida en la noche. Que ellos no nos valen porque igual no son lo que necesitamos. 

Que mal llevamos la distancia*