jueves, 31 de enero de 2013

Pasar horas y horas tumbada a tu lado, con mi cabeza sobre tu pecho mientras tus dedos se entremezclan con mi pelo. Dejando a mi dedo deslizarse sobre tu antebrazo, dibujando líneas invisibles.Cerrar los ojos y dejarme llevar por el momento, por el ritmo de tu respiración.
Imaginar el rumbo que seguirá tu mano hasta perderse entre el calor en un bolsillo de unos vaqueros que no son los tuyos. Tus labios peleándose con los mios en una lucha que ninguno quiere acabar.
No veo sentados. Tú detrás, rodeándome con tus piernas mientras me acaricias el muslo que se pierde en una camisa demasiado grande para mi. Mientras me murmuras al oído historias que olvidaré en cuanto abandone la habitación, mientras sonrío.

Pero solo eso: imagino. Quizá el tiempo nos permita vivirlo o quizá no.

martes, 22 de enero de 2013

La vida es un caos. Un caos de cosas buenas mezcladas con cosas malas.
De risas con lágrimas, de cortes de respiración y de un ritmo agitado. De placer y sufrimiento. De bienvenidas y de despedidas.
La vida es un caos que nos hace reir mientras lloramos como nunca y ponernos tristes en el día más feliz de nuestra vida.

Un caos rápido y desordenado, que nos confunde, que nos duele.

jueves, 17 de enero de 2013

Una gota de lluvia perdida en el invierno.

Salí a la calle. Aún no había luz y las pocas farolas de la calle dejaban un rastro de luz tenue, un recuerdo de un pasado brillante. Un buen golpe de frío me despejó de los restos de sueño que me quedaban. 
De pronto y sin esperarlo, me pareció verla. Pero solo fue eso, un simple "me pareció". Me cerré el abrigo, respire hondo y me dispuse a seguir la misma ruta de siempre, dejándome llevar por la costumbre.

miércoles, 16 de enero de 2013

Como una pluma bailando en el viento.

La veía tumbada en el sofá, con ese vaquero corto que tan buenas piernas le hacía, con los pies apoyados sobre un montón de cojines. Se entretenía pintándose las uñas. Esta vez había escogido un color diferente, pero igual al resto. Era un azul cobalto, recordaba como, unos días antes, se me había acercado en la tienda mientras yo intentaba escoger una colonia que pudiera ser de su agrado, que le causara el mismo efecto que la suya causaba en mi. Se me había acercado, con esos ojos marrones fijos en mi, había puesto el bote de pintauñas a la altura de su nariz y había murmurado: "dime que no te encanta". 
Supuse que ese era uno de esos momentos sin importancia que dentro de unos cuantos meses habría olvidado, pero en ese momento, viéndola tumbada, despreocupadamente, soplándose para que se secaran mientras movía el pie al ritmo de la música, de su música, la que solo ella entendía,; no podía evitar sentir que estaba loca y perdidamente enamorado, como no lo había estado antes.

Así sin más.

Si me preguntasen ahora mismo como me siento, no sabría expresarlo con palabras.
El agotamiento me agarrota los músculos, las ganas de dormir y, con ello, olvidarme del mundo se abalanzan sobre mi... pero al mismo tiempo siento unas ganas irrefrenables de trabajar, de centrarme en lo que estoy haciendo, en conseguir mi máximo objetivo, lo que tanto ansío.
Tan pronto quiero estar rodeada de gente como prefiero estar sola, con música sonando de fondo. Tan pronto río como podría echarme a llorar.
Supongo que todo se resume en que a estas alturas de mi vida, cuando pensé que sabía quien era y qué quería, una ráfaga de viento llegó y me arrebató todo lo que tenía por seguro. 
Que la vida no es fácil y se hace odiar y querer al mismo tiempo, al fin y al cabo no tengo razones para odiarla, pase lo que pase por mi mente, soy afortunada, lo quiera ver o no.

domingo, 13 de enero de 2013

Como una pluma bailando en el viento.

Ella pasó el verano persiguiendo mariposas. Una pequeña afición heredada de su abuelo según me había contado. Yo mientras disfrutaba de su sonrisa. Creo que en el tiempo que había pasado con ella jamás la había visto sonreír como cuando alcanzó esa mariposa blanca. "Común y sencilla" dijo mientras la describía, "Como tú" añadí para mi mismo.

Una gota de lluvia perdida en el invierno.

Me derretía a cada paso que daba.
 Caía lluvia a chaparrones y su paraguas rojo se perdía entre las miles de gotas que morían a los pies de la mujer que se apresuraba en cruzar la calle.
No pude imaginar que  esa seria la última vez que vería ese paraguas entre la lluvia. Nunca pude siquiera plantearme la opción de que ella desaparecería para siempre, sin dejar rastro, como si no hubiera existido.
Supongo que con el invierno, con el frío, con la lluvia, llegó la soledad y la tristeza.

jueves, 10 de enero de 2013

As ondas do mar rozaban os meus pés, deixando un regusto frio e salgado nos meus dedos. Alonxeime de alí coa mirada clavada na area tentando contar todos os granos que a forman. Mentres o sol ocúltase tralo horizonte, dando paso a unha gran lúa branca e sinxela, anhelante dunha nova vida.
Na parte alta detivenme a contemplar aquela praia. Levaba anos visitándoa, dende que era apenas un rapaz incapaz de camiñar pola area sen axuda, que ría ó contacto coa auga. E alí estaba un montón de anos despois, nin eu sabía cantos, sendo un vello incapaz de camiñar pola area sen tropezar cinco veces cada catro pasos, recordando tódalas horas alí pasadas. Disfrutando do verán ano tras ano, primaveira tras primaveira. Namorándome dunha rapaza nova e sentindo o desgarro da separación coa chegada de cada setembro, ata que chegou ela. Pura como a primavera, dolorosa como outono.
 

En un arranque frenético de locura.

"Será imposible que esto salga bien, pero de momento dediquémonos a disfrutar" desde entonces hasta ahora. Cada minuto de mi vida dedicado a ti, pesando en ti y en la mejor manera para hacerte feliz, para ver esa sonrisa siempre dibujada en esos labios por los que me derrito a cada instante desde la primera vez que te vi.
Cada día de mi vida dedicado a esas caderas que me matan y a esas manos por las que mataría. A ese pelo juguetón que huye de su lugar en el momento oportuno para que yo lo coloque y en un arranque frenético de locura te coma a besos.
En un arranque de locura como el que me embargó  en el momento en el que decidí que no quería perder un solo momento más de mi vida sin probar esos labios, esa mirada.
La misma locura que me mueve a buscar una manera de sorprenderte día a día, momento a momento. Que me obliga a llevarte el desayuno a la cama un día cualquiera, sin razón aparente, a hacerte cosquillas cuando menos te lo esperes, o simplemente a dejar que mi mano te acaricie mientras vemos anuncios de cualquier cadena una tarde de otoño. 
Todo sin razón aparente, sin razón para nadie menos para mí. Mi razón, lo único que me hace ser plena y llanamente feliz. Tú.

miércoles, 9 de enero de 2013

Mierda pura y dura*

Nos empeñamos en que las cosas salgan como queremos y cuando algo se cruza, algo cambia. Cuando las cosas dan un giro de 180 grados, nos enfadamos. Nos sentimos culpables y lloramos. Cuando estamos hasta arriba y desbordamos. Cuando la culpa nos invade y nos oprime el pecho, nos impide pensar con claridad. Nos sentimos como unos mierdas por haber estado mal por problemas propios.
*dentro de nosotros.

martes, 8 de enero de 2013

Por simple inercia.

Quizá la soledad de una habitación iluminada por una tenue luz y con una suave música sonando de fondo.
Quizá el ajetreado centro de una gran ciudad en hora punta, un día de sol y con los pitidos de los coches sonando.
Quizá una playa solitaria, un día nublado con bruma y el sonido de las olas al romper.
Quizá un momento de completo silencio en medio de una escandalosa reunión de amigos.
Quizá un momento de lluvia máxima, con el agua escurriéndose por tu pelo y las gotas sonando en los charcos, mientras metes un pie entero cubierto con unas botas cualquiera.
Quizá el dolor agudo de un filo cortando nuestra piel  o el calor sobre unos pies helados.
Miles de tonterías y momentos que podrían quedarse grabados para siempre en nuestra memoria o no. Quizá solo hace falta que pase algo diferente para que sean recordados, que una persona decida cambiar su ruta habitual, que una mariposa vuele por la playa o que un beso apague la luz tenue de una habitación.
Quizá hace falta abrir los ojos y dejar de soñar, volver a nuestra rutina sin habitaciones, ni playas ni pitidos. Una rutina de lluvia constante y triste, que nos moja sin que apenas nos demos cuenta. Llegamos a casa por inercia, dejándonos llevar por el cuerpo, hacemos lo de siempre como siempre. Sin que nada cambie.

jueves, 3 de enero de 2013

Seguimos en nuestra oscuridad, sintiendo que todo lo que nos rodea es más luminoso y mejor que lo nuestro propio. Quizá no esté bien sentir lo que siento cuando a la gente que quiero las cosas les van bien, pero aquí estoy sentada enfrente de un ordenador, contándole a la nada más profunda mis problemas. No sé siquiera si pueden considerarse como tal, porque al fin y al cabo solo son tonterías, nuestras tonterías, pero tampoco me preocupa porque esto se quedará aquí, sin salir.
Puede que dentro de un tiempo me dé cuenta del ridículo que he hecho pensando todo esto, aunque también es posible que las cosas no cambien lo más mínimo.