sábado, 13 de septiembre de 2014

Un día agotador. Una semana asquerosa, de esas que se pegan a nuestra piel y nos impiden avanzar. Poca esperanza en el fin de semana que se avecinaba, en definitiva, un invierno interno de esos que se abalanzan sobre nosotros cuando menos te lo esperas. 
Llevaba todo el día peleándose con el ordenador y una montaña de apuntes la rodeaban impidiéndole pensar en nada. Estaba hasta arriba y al borde de las lágrimas, quería gritar y librarse de aquella sensación tan agobiante que le oprimía el pecho. Habría dado lo que fuera por ser libre, cualquier cosa...
De golpe, y sin ser demasiado consciente de lo que hacía, en un arrebato de locura de esos que solo le daban a ella, tiró los apuntes de la mesa, puso música, su música, en el ordenador y dejó que esa sensación de placer le recorriera el cuerpo. Cogió su cuaderno de dibujo del cajón que llevaba tanto tiempo olvidado y se sujetó el pelo en un moño desordenado, ese que tan bien le sentaba. Dejó que el lápiz se moviera al ritmo de las notas que inundaban su habitación dibujando todos esos vestidos que soñaba con tener entre sus dedos algún día.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Con ella redefinió su propio concepto de lo que era "sexy". Sin duda, los grandes escotes y las faldas en miniatura no eran lo suyo. Con ella había redescubierto lo bonito que podía ser un hombro dejándose ver bajo una camiseta caída. Había reconsiderado lo bien que le puede quedar una camiseta de hombre a esas piernas bronceadas por el sol de agosto. Y por supuesto, había batido récords con sus rosadas mejillas.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Ella tenía ciertas teorías que, con el tiempo, todos los que la rodeábamos acabábamos tomando como propias. 
Una de ellas decía que hay ciertas cosas que sientan mejor cuando son robadas. 
Para explicar esto se basaba en pequeñas cosas de nuestra vida, cosas que a todos nos arrancan una sonrisa. 
Para explicar esto te pide que imagines una fuente con la empanada de tu abuela, cuando apenas eras un crío que la miraba muriéndose de ganas por robar esa letra hecha con masa. Te pide que recuerdes ese momento de valentía en el que alargabas tus pequeños dedos para robar esa "B". Que recuerdes la marca de tono más claro que quedaba sobre la masa y el susto que te hizo saltar al ver a tu abuela mirándote antes de ponerse a sonreír y de guiñarte un ojo.
Para explicarte esto, te pide que recuerdes como le robaste aquel beso furtivo en la estación, delante de todo el bus, abrazado por sus coloradas mejillas. Que recuerdes a qué te supieron esos labios.
Para que puedas sentir lo que quiere decir, te pide que recuerdes la sonrisa que le robaste a cualquier bebé mientras esperabas en un semáforo.
Para que la entiendas, te hace volver a tu adolescencia, a ese momento en el que robaste una copa cualquiera que acababan de servir a un desconocido en un local perdido en la noche.
" ¿A que hay cosas que saben mejor robadas?" y sonríe mientras te roba un beso.