domingo, 10 de enero de 2016

Se metió en la cama después de un día, cuando menos, raro. Cerró los ojos y sintió que iba a explotar. Pero por primera vez en meses, explotaría de felicidad, así aparentemente injustificada. Porque aquel día era simple y llanamente feliz. No podía decir que se hubiese tratado de un día diferente pero tampoco había sido como los demás. 

Pensó en todo lo que había vivido hasta el momento. Nada se parecía a eso que empezaba a sentir cada vez más a menudo, a ese vacío de felicidad amargo que le quedaba cuando volvía a casa.