lunes, 29 de julio de 2013

Es curioso pensar donde estábamos hace un año, volviendo de lo que recuerdo como la mejor decisión de mis últimos años. Recién llegados de un viaje eterno y duro que nos dejaría como recuerdo alguna que otra amistad que aún a estas alturas conservamos.
Es curioso como, a pesar de saber a qué nos enfrentamos, seguimos yendo con miedo a algo que sabemos con toda seguridad que nos devolverá a nuestras tierras cambiados, con alguna que otra amistad más, alguna persona que se quedará en un simple recuerdo y otras que poco a poco se harán más difusas. Pero si algo aprendí este verano es que estoy hecha de todas esas personas que alguna vez decidieron dedicarme al menos una sonrisa y por supuesto aquellas que me robaron alguna.
Quizá madurar signifique ser conscientes de lo que estamos haciendo con nuestro tiempo y lo que queremos hacer con el que nos queda por vivir, porque igual lo mejor es comerse el mundo mientras arrancamos sonrisas.